Espectro Clínico de los Trastornos Tiroideos en el Embarazo
Clinical Spectrum of Thyroid Disorders in Pregnancy
Coto-Quiros, A.; Rodríguez-Sánchez, D.; Hernández-Gaitán, R.; Pacheco-Salas, M. Revisión Bibliográfica: Espectro Clínico de los Trastornos Tiroideos en el Embarazo. Crónicas Científicas. Vol.24. No.24. Pág. 9-18 ISSN: 2215-5171
Fecha de recepción: Febrero 2023
Fecha de aceptación: Agosto 2023
Resumen
Los tratarnos tiroideos son una de las patologías endocrinológicas más frecuentes en el embarazo. Las formas subclínicas son más frecuentes que el hipotiroidismo y el hipertiroidismo clínico. La tiroides sufre distintos cambios fisiológicos durante el embarazo, como la estimulación de los receptores de la hormona estimulante de la tiroides (TSH) por parte de la gonadotropina coriónica humana (hCG), y el aumento de la globulina fijadora de tiroxina (TBG); razones por lo cual ocurre una disminución de los niveles de TSH, y un incremento de los niveles totales de hormonas tiroideas, más no de los niveles libres de las mismas.
Los rangos de normalidad de TSH durante el embarazo, deberían idealmente ser definidos en cada contexto geográfico y ser específicos de cada población y trimestre de embarazo. No obstante, cuando esto no sea posible, se recomienda utilizar un límite superior de 2.5 mIU/L en el primer trimestre de embarazo, y de 3.0 mIU/L en el segundo y tercer trimestre de embarazo. Las formas clínicas de hipertiroidismo e hipotiroidismo, cuya etiología más frecuente son la enfermedad de Graves y la tiroiditis de Hashimoto, respectivamente; están asociadas a múltiples resultados adversos maternos, fetales y neonatales, por lo cual es preciso un adecuado y oportuno diagnóstico y tratamiento para garantizar el bienestar de la unidad materno-fetal. En las formas subclínicas de hipertiroidismo e hipotiroidismo, no hay evidencia científica contundente en la actualidad que las relacione con resultados adversos materno-fetales, por lo cual, no precisan de tratamiento médico.
Palabras claves
Embarazo, hipertiroidismo, hipotiroidismo, trastornos tiroideos.
Abstract
Thyroid disorders are one of the most frequent endocrinological pathologies in pregnancy. The subclinical forms are more frequent than clinical hypothyroidism and hyperthyroidism. The thyroid gland undergoes different physiological changes during pregnancy, for example, stimulation of thyroid stimulating hormone (TSH) receptors by human chorionic gonadotropin (hCG), and increased thyroxine-binding globulin (TBG); reasons for which there is a decrease in TSH levels, and an increase in total levels of thyroid hormones, but not in their free levels. The normal ranges of TSH during pregnancy, should ideally be defined in each geographical context, and be population and trimester-specific. Nevertheless, when this is not feasible, it is recommended to use an upper limit of 2.5 mIU/L in the first trimester of pregnancy, and 3.0 mIU/L in the second and third trimesters of pregnancy. The clinical forms of hyperthyroidism and hypothyroidism, which most frequent etiology is Graves' disease and Hashimoto's thyroiditis, respectively; are in fact associated with multiple adverse maternal, fetal, and neonatal outcomes, whereby, an adequate and prompt diagnosis and treatment is required to ensure the well-being of the maternal-fetal unit. In the subclinical forms of hyperthyroidism and hypothyroidism, there is currently no conclusive scientific evidence that associates them with adverse maternal-fetal outcomes, therefore, do not require medical treatment
Keywords
Pregnancy, hyperthyroidism, hypothyroidism, thyroid disorders.
Introducción
Los trastornos tiroideos, en conjunto con la diabetes mellitus, son las patologías endocrinológicas más frecuentes en el embarazo.1 Se ha demostrado en múltiples estudios, un aumento en la prevalencia de trastornos tiroideos en pacientes con diabetes mellitus, y viceversa.2
Las entidades subclínicas, es decir, el hipertiroidismo y el hipotiroidismo subclínicos, son más frecuentes que las formas clínicas manifiestas.3,4
El hipertiroidismo subclínico, se presenta en 0.8-1.7% de las mujeres gestantes.3 En el caso del hipertiroidismo, cabe destacar, en primer lugar, que la prevalencia depende del momento del embarazo en que se realice el tamizaje.5 Para el hipertiroidismo clínico, la incidencia es variada, y se encuentra en 0.2-0.7% de los embarazos. La causa más común en el embarazo, es secundaria a autoinmunidad, específicamente a enfermedad de Graves, que es responsable del 95% de los casos.3 Otras causas conocidas de esta entidad, como el bocio multinodular tóxico y el adenoma tóxico único, se describen en menos del 10% de los casos de hipertiroidismo clínico en el embarazo.1
En cuanto al hipotiroidismo subclínico en el embarazo, la prevalencia se estima alrededor del 2-5%.3
Mientras que, el hipotiroidismo clínico, complica alrededor del 0.5% de los embarazos.5 Del mismo modo, la causa más común es autoinmune, en este caso, específicamente la tiroiditis de Hashimoto.3
Las formas manifiestas o clínicas se asocian a importantes complicaciones maternas, fetales y neonatales.3,4
Metodología
Para la presente revisión bibliográfica, se utilizaron motores de búsqueda como PubMed de la National Library of Medicine de Estados Unidos, y el Sistema de Bibliotecas, Documentación e Información de la Universidad de Costa Rica. Se realizó una búsqueda y análisis de un total de 17 referencias bibliográficas en el idioma inglés utilizando los términos “trastornos tiroideos”, “hipotiroidismo”, “hipertiroidismo”, y “embarazo”. Como criterios de inclusión, se utilizaron fuentes bibliográficas de un máximo de 5 años de antigüedad, comprendiendo un período entre 2018-2023. En cuanto a los criterios de exclusión, no se tomaron en cuenta referencias bibliográficas publicadas antes del 2018.
Cambios anatómicos y fisiológicos tiroideos durante el embarazo
Anatómicamente, la glándula tiroidea aumenta su volumen durante el embarazo. Se describe un incremento del 10%, o hasta 20-40% en zonas geográficas con deficiencia de yodo. Estos cambios, se atribuyen al incremento, tanto del volumen sanguíneo, como del líquido extracelular que ocurren durante la gestación.3
Desde temprano en el embarazo, la tiroides presenta un aumento en la demanda de síntesis y secreción de hormonas tiroideas, debido a distintos cambios fisiológicos.1
En primer lugar, ocurre un aumento en los niveles de globulina fijadora de tiroxina (TBG), debido a efectos estrogénicos a nivel hepático. Los estrógenos, provocan un aumento en la sialización y glicosilación de la TBG en el hígado, lo cual provoca que sea menos susceptible a la degradación, incrementando, por lo tanto, las concentraciones séricas de la TBG.6
Otro de los cambios fisiológicos, se debe al efecto de la hormona gonadotropina coriónica humana (hCG) sobre la glándula tiroidea. Tanto la hormona estimulante de la tiroides (TSH), como la hCG, son glucoproteínas que comparten la subunidad α, mientras que la subunidad β de cada una de ellas, difiere en la secuencia de aminoácidos.4 Debido a esta similitud estructural, la hCG estimula de forma directa al receptor de TSH en la tiroides, lo cual estimula a su vez la síntesis y liberación de hormonas tiroideas. Posteriormente, por retrocontrol negativo, se suprime a nivel hipotalámico la liberación de hormona liberadora de tirotropina (TRH), lo cual a su vez disminuye la liberación de TSH en la hipófisis. Todo esto ocurre, principalmente, en las primeras 12 semanas de gestación, momento en el cual se alcanza el pico de hCG; y es por esta razón, que, en el primer trimestre de embarazo, los niveles de TSH disminuyen en hasta un 80%, aún así, en condiciones normales, los niveles de TSH permaneces en rangos eutiroideos.3, 4
En tercer lugar, la yodotironina desyodasa tipo 3 (D3) se encuentra en altas concentraciones en el embarazo. Esta enzima degrada las formas activas de las hormonas tiroideas, la tiroxina (T4) y la triyodotironina (T3), a componentes inactivos.1
Por todos estos cambios anteriormente mencionados, en una glándula tiroidea sin patología, las concentraciones séricas totales de T3 y T4, aumentan desde etapas tempranas del embarazo; no obstante, los niveles libres de dichas hormonas, que son los fisiológica y bioquímicamente activos, se mantienen dentro de límites normales.1, 4
Autoinmunidad y trastornos tiroideos
La autoinmunidad tiroidea, se refiere a la presencia de anticuerpos anti-tiroperoxidasa, anti-tiroglobulina, o anticuerpos contra el receptor de TSH; o bien, una combinación de los mismos, y se describe que está presente en hasta 18% de los embarazos. Se ha descrito una clara asociación entre los anticuerpos antitiroperoxidasa y anti-tiroglobulina, con un mayor riesgo de desarrollar hipotiroidismo clínico y sub-clínico durante el embarazo, comparado con el riesgo de aquellas mujeres con dichos anticuerpos negativos.7
Aún en mujeres gestantes eutiroideas, la presencia de autoinmunidad tiroidea, se ha asociado, respaldado por evidencia convincente, a complicaciones obstétricas como aborto y parto pre-término.7, 8
Sin embargo, un reciente estudio realizado en mujeres eutiroideas con anticuerpos tiroperoxidasa positivos, y con historia de pérdidas gestacionales recurrentes (2 o más), en el cual se excluyeron a aquellas mujeres con síndrome antifosfolípidos, otras enfermedades autoinmunes, o enfermedad tiroidea; encontró que el tratamiento con levotiroxina en este grupo de pacientes no se asoció a un aumento en la tasa de nacidos vivos, comparado con el placebo. Por lo tanto, no se recomienda el uso rutinario de levotiroxina bajo este contexto.9
Se han propuestos múltiples hipótesis para explicar la asociación a dichas complicaciones, sin embargo, ninguna de ellas ha sido probada como relación causal. Se ha propuesto que, la presencia de anticuerpos tiroideos podría ser un signo de disfunción tiroidea sutil y, por lo tanto, un fallo de la tiroides a responder al incremento de la demanda de hormonas tiroideas durante el embarazo antes discutido.7
Por otro lado, es bien conocido, que la enfermedad tiroidea autoinmune, es más frecuente en mujeres que en hombres. Una hipótesis que explica dicha discrepancia por género, es el microquimerismo fetal. El mismo se refiere, al ingreso a la circulación materna de células fetales durante el embarazo, que conlleva a injertos de las mismas en diferentes tejidos maternos. Esto, pues se ha demostrado mediante hibridación in situ con fluorescencia (FISH), la alta prevalencia de células positivas para el cromosoma Y en la tiroides del 60% de mujeres con tiroiditis de Hashimoto, y en el 40% de mujeres con enfermedad de Graves.4
Pruebas de función tiroidea durante el embarazo
Como método de tamizaje práctico y económico para trastornos tiroideos en el embarazo, se realiza la medición de los niveles plasmáticos de TSH.1 Actualmente, no existe un consenso universal para la población de mujeres gestantes sobre los rangos de normalidad de TSH. Está descrito, que los niveles de TSH varían dependiendo de la etnia, el consumo de yodo en cada población, y el tipo de test que se realice en el laboratorio. Es por esto, que la Asociación Americana de la Tiroides, recomienda utilizar rangos de referencia específicos para cada trimestre, y específicos para cada población. Sin embargo, cuando dichos rangos no estén disponibles, se recomienda utilizar un límite inferior 0.4 mIU/L menor al mismo límite en mujeres no gestantes, y un límite superior 0.5 mIU/L menor al mismo límite en mujeres no gestantes.10 O bien, un límite superior de 2.5 mIU/L en el primer trimestre de embarazo, y de 3.0 mIU/L en el segundo y tercer trimestre de embarazo.1
Respecto a los niveles de hormonas tiroideas T3 y T4 totales, como se mencionó anteriormente, incrementan durante el embarazo. Es por esto que el límite superior en el embarazo, puede ser calculado añadiendo un 5% por semana (respecto al límite superior de normalidad en adultos no gestantes), entre la semana 7 y 16 de gestación, momento en el cual los niveles de TBG alcanzan una meseta, y los niveles de T3 y T4 totales se estabilizan a un 150% del límite superior normal que se ve en mujeres no embarazadas.10
Asimismo, el índice de T4 libre se considera más preciso que los niveles directos de T4 libres, ya que se ve menos afectado por las altas concentraciones de TBG en plasma. El índice de T4 libre se ve aumentado en el primer trimestre de embarazo, y regresa a los rangos de normalidad de mujeres no embarazadas en el segundo y tercer trimestre de gestación.10
Hipertiroidismo
El hipertiroidismo clínico, se caracteriza por disminución de los niveles de TSH por debajo de los rangos de normalidad trimestre-específicos, y un aumento de los niveles libres de T4, o bien, del índice de T4 libre.1, 3
A pesar de no ser la etiología más frecuente, condiciones que cursan con niveles especialmente altos de hCG, como embarazo múltiple, mola hidatiforme; y, más frecuentemente hiperémesis gravídica, pueden provocar un trastorno conocido como hipertiroidismo gestacional, o bien, hipertiroidismo transitorio no autoinmune del embarazo temprano. Es un trastorno autolimitado, que en la mayoría de los casos resuelve de forma espontánea entre la semana 14-20 de gestación, una vez que ha pasado el pico máximo de hCG alrededor de la semana 12. Usualmente, las pacientes tienen mínima o nula sintomatología tiroidea, y, a diferencia de la enfermedad de Graves, no se requiere el uso de anti-tiroideos, pues la entidad además de ser autolimitada, no se relaciona con efectos adversos obstétricos.1 Por otro lado, la etiología que sí es responsable de la mayoría de los casos de hipertiroidismo en el embarazo, es la enfermedad de Graves, cuyo mecanismo fisiopatológico yace en la presencia de auto-anticuerpos contra el receptor de TSH.1, 3
El curso natural de la enfermedad de Graves, es una exacerbación de la misma en el primer trimestre de embarazo y en el periodo del post-parto. Con un adecuado control, el desenlace materno-fetal es adecuado, no obstante, cuando el tratamiento es sub-optimo, se asocia a múltiples complicaciones.1
La clínica de la enfermedad de Graves, incluye signos y síntomas clásicos de hipertiroidismo por cualquier otra causa; como intolerancia al calor, aumento en la frecuencia de la evacuación intestinal, piel caliente, taquicardia, palpitaciones, hipertensión, tremor, nerviosismo, sudoración, y pérdida de peso. Además, signos que orientan específicamente a una etiología por Graves, son el exoftalmos con retracción palpebral (conocida como la oftalmopatía de Graves), y el mixedema pretibial (conocido como la dermatopatía de Graves).3
Ante la sospecha clínica por un debut en el embarazo, además de las pruebas de función tiroidea ya mencionadas, la presencia en plasma de anticuerpos contra el receptor de TSH confirmarían el diagnóstico.1
Respecto al tratamiento, las dos opciones clásicas disponibles son el propiltiouracilo (PTU), y el metimazol. En el embarazo, se prefiere el PTU por dos razones. La primera de ellas, es que se considera más efectivo, porque como efecto sobreagregado, inhibe la conversión periférica de T4 a T3 (mismo que es biológicamente más activo).4 Y, en segundo lugar, para evitar la embriopatía por metimizol, que ocurre principalmente en el primer trimestre de embarazo durante la organogénesis fetal, y se caracteriza por atresia de coanas, atresia esofágica, aplasia cutis, características dismórficas menores, y retraso en el desarrollo psicomotor.1, 3, 4
Sin embargo, la Food and Drug Administration realizó una alerta de seguridad por la hepatotoxicidad asociada al PTU, por esta razón, en la práctica clínica muchas veces se decide el tratamiento con PTU el primer trimestre de embarazo, y con metimazol el segundo y tercer trimestre de embarazo, una vez que ha concluido la organogénesis. No obstante, la incidencia de este efecto adverso, se describe en 0.1% de las mujeres tratadas con PTU, por esta razón, muchos clínicos optan por mantener el PTU como fármaco anti-tiroideo durante todo el embarazo.4
Por otro lado, respecto a los efectos adversos hematológicos de las tionamidas, se describen la leucopenia transitoria y la agranulocitosis, en 10% y 0.3% de las pacientes tratadas, respectivamente. En el caso de la leucopenia, al ser autolimitada, no es necesaria la suspensión del fármaco; sin embargo, en la agranulocitosis al ser una entidad clínica potencialmente mortal, se debe suspender inmediatamente el tratamiento tan pronto como sea sospechada. Asimismo, se describe que 20% de las pacientes tratadas con PTU desarrollan anticuerpos antineutrófilos citoplasmáticos (ANCA), sin embargo, solo un porcentaje se asocian, posteriormente, a algún tipo de vasculitis; principalmente de afectación cutánea.4 Dentro del manejo no médico del hipertiroidismo, se encuentra la tiroidectomía total. Durante el embarazo se suele evita el manejo quirúrgico, no obstante, el American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG) recomienda que, en caso de ser necesario, se realice idealmente durante el segundo trimestre de embarazo, debido al menor riesgo de aborto espontáneo. La cirugía debería ser considerada en aquellas pacientes con hipertiroidismo severo e inadecuada respuesta a altas dosis de tionamidas, alergias severas a los fármacos, o reacciones adversas severas que contraindiquen su continuación, como la agranulocitosis. Se debe tener en consideración que posterior a la cirugía, los niveles de anticuerpos contra el receptor de TSH disminuyen de forma lenta, pudiendo tardar hasta 18 meses en desaparecer, por lo tanto, el riesgo de tirotoxiosis fetal puede persistir posttiroidectomía.11
El tratamiento con yodo radiactivo, por otra parte, está absolutamente contraindicado durante el embarazo, debido a que el mismo cruza la barrera placentaria y puede causar hipotiroidismo permanente en el feto por ablación de su glándula tiroidea. También se encuentra contraindicado en la lactancia, debido a que, durante este período, la mama concentra una gran cantidad de yodo, lo cual supone un doble riesgo materno-neonatal, tanto por el riesgo de consumo de yodo radiactivo en la leche materna por parte del niño, como el riesgo de irradiación significativa de la mama materna.4, 11
Por último, respecto a los desenlaces materno-fetales asociados al mal control de la patología hipertiroidea en el embarazo, destacan la hipertensión inducida por el embarazo, preeclampsia con criterios de severidad, aborto, parto pre-término, insuficiencia cardíaca congestiva, tormenta tiroidea, y la disfunción tiroidea fetal.1 Por lo tanto, resulta de vital importancia mantener un adecuado control, tanto en la paciente gestante, como en la paciente ya conocida con patología hipertiroidea con deseos de concepción, pues se ha reportado infertilidad primaria o secundaria, en un 5.8% de las pacientes hipertiroideas.12
Hipertiroidismo subclínico
El hipertiroidismo subclínico es más prevalente en gestantes de áreas con deficiencia de yodo conocida.13
Se caracteriza por niveles de TSH inferiores al límite trimestre-específico, y niveles de T4 libre o índice de T4 dentro del rango de normalidad. Esto, aunado a la ausencia de anticuerpos contra el receptor de TSH, pueden corresponder a un hallazgo fisiológico normal del primer trimestre de embarazo, por los cambios fisiológicos anteriormente discutidos.1
Un aspecto importante respecto a esta entidad clínica, es que, a diferencia del hipertiroidismo clínico, no se relaciona con resultados adversos maternos ni fetales, por lo tanto, no se recomienda tratamiento antitiroideo en estas pacientes, pues no existe beneficio demostrado en la madre ni en el feto.13
Hipotiroidismo
El hipotiroidismo clínico, se caracteriza por aumento de los niveles de TSH por encima del límite trimestre-específico, y disminución de los niveles de T4 libre o del índice de T4. O bien, TSH >10 mIU/L sin importar los niveles de T4.1
En regiones con adecuada suplementación de yodo dietético, las etiologías más comunes son la tiroiditis autoinmune, conocida como tiroiditis de Hashimoto, y la post-ablación de tiroides ya sea quirúrgica o inducida con yodo radiactivo.1, 14
La clínica del hipotiroidismo incluye signos inespecíficos como fatiga, disminución de la evacuación intestinal, molestias musculares, aumento de peso, o intolerancia al frío.1, 3
Ante la sospecha clínica de un debut de tiroiditis de Hashimoto durante el embarazo, además de las alteraciones en las pruebas de función tiroidea ya discutidas, la presencia de anticuerpos anti-tiroperoxidasa séricos, confirmaría el diagnóstico.1 Se ha demostrado, con contundente evidencia científica, que el hipotiroidismo clínico se asocia a resultados adversos materno-fetales, como mayor riesgo de hipertensión gestacional, preeclampsia, parto pre-término y, por lo tanto, bajo peso al nacer, aborto y óbito fetal, y efectos neurocognitivos perjudiciales en el feto, como desarrollo de menor coeficiente intelectual. Es por esto, que resulta indispensable un tratamiento óptimo que garantice el bienestar de la unidad materno-fetal.14
En un reciente estudio finlandés, se demostró que, en los últimos años, se ha incrementado la tasa de prescripción de levotiroxina durante el embarazo. Específicamente, del 2004 al 2016, la prescripción de la misma aumentó más de cinco veces. Lo cual sugiere, que ha aumentado tanto el tamizaje como la conciencia sobre el hipotiroidismo en el embarazo y sus efectos deletéreos, así como que ha disminuido el límite superior de TSH a partir del cual se decide prescribir el fármaco.15
Respecto al tratamiento, la American Thyroid Association y la American Association of Clinical Endocrinologists recomiendan la prescripción de levotiroxina en dosis de
1-2 microgramos por kg de peso diarios, o bien, aproximadamente 100 microgramos diarios. La evaluación de la eficacia terapéutica, y los ajustes de dosis se realizan guiados por los niveles de TSH cada 4-6 semanas. La meta terapéutica, consiste en niveles de TSH menores a 2.5 mIU/L. Es importante resaltar que, relacionado a un incremento en los niveles de estrógeno durante el embarazo, el mismo se asocia con un aumento en los niveles de T4 en un tercio de las pacientes ya conocidas hipotiroideas en tratamiento. Es por esto que, resulta razonable aumentar de forma anticipada la dosis de levotiroxina en 25% al momento de confirmar la gestación en estas pacientes.3
Hipotiroidismo subclínico
Esta entidad clínica, se define como niveles de TSH superiores al límite trimestreespecífico, y niveles de T4 libre o índice de T4 dentro de rangos normales.1
Múltiples estudios se han realizado para estudiar la asociación o no del hipotiroidismo subclínico, con resultados adversos materno-fetales. En algunos, pero no en todos los estudios, sí se ha asociado a complicaciones maternas, fetales y neonatales.1
En un reciente estudio llevado a cabo en mujeres embarazadas con hipotiroidismo subclínico y anticuerpos antitiroperoxidasa negativos, no se observó diferencia estadísticamente significativa en el riesgo de parto pretérmino, en mujeres tratadas con levotiroxina respecto a aquellas que no recibieron tratamiento, en el grupo de mujeres con TSH entre 2.5 y 4 mIU/L. Sin embargo, en aquellas mujeres con TSH > 4 mIU/L, sí se demostró un menor riesgo de parto pre-termino en el grupo tratado con levotiroxina, respecto aquellas que no recibieron tratamiento.16
No obstante, actualmente el ACOG refiere que no existe evidencia de que la identificación y el tratamiento del hipotiroidismo subclínico durante el embarazo, mejore los resultados obstétricos. Por lo tanto, en este momento no recomiendan el tratamiento del mismo.3
Conclusión
Los trastornos tiroideos durante el embarazo son entidades clínicas con distintas formas de presentación, y representan parte de las patologías endocrinológicas más frecuentes del embarazo.
Para una correcta interpretación de pruebas de función tiroidea, es preciso conocer los cambios anatomo-fisiológicos tiroideos que ocurren durante el proceso de gestación.
Las formas clínicas o manifiestas, tanto de hipertiroidismo como de hipotiroidismo, se asocian de forma contundente a resultados adversos obstétricos, por lo que es vital la oportuna identificación de estas patologías y el tratamiento óptimo de las mismas, para garantizar el bienestar de la unidad materno-fetal.
Respecto a las formas subclínicas, no hay evidencia científica contundente en la actualidad que las relacione con resultados adversos materno-fetales, por lo cual, no precisan de tratamiento médico.
En la enfermedad autoinmune eutiroidea durante el embarazo, a pesar de estar asociada a complicaciones obstétricas como parto pre-término, no se aconseja el tratamiento rutinario con levotiroxina, pues no se ha asociado a beneficios en la tasa de nacidos vivos.
Conflicto de interés
Los autores declaran que no existen conflictos de interés ni beneficios económicos al realizar este artículo.
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